domingo, 18 de enero de 2015

El fin y el principio...

De pequeña quería ser bailarina, sabía que había nacido vegetariana, y soñaba con vivir en un pueblo como el de Heidi, tomando leche de cabra y comiendo quesos frescos. Luego, de adolescente supe que una vida "hippie" era mi camino... leía por placer, intentaba ser artista de alguna forma: pintando paisajes, haciendo manualidades, confeccionando máscaras... comía yogur natural y rechazaba las gaseosas... (cosa que para mis amigos era una rareza!!!).

Pero luego me metí en el sistema social y me dejé consumir...

Deseaba tanto complacer a mis papás. Quizá por ser la hija mayor, sentía la necesidad de cumplir sus expectativas. Ambos querían que estudiara... Incluso me negaron la posibilidad de bailar ballet o danza contemporánea (que era un deseo ardiente en mi corazón de niña, y ansiaba con todas mis fuerzas...), porque según papi, eso me iba a distraer de mis estudios...

Sé que mami quería que fuera doctora... y por un tiempo llegué a considerar la idea!!!!! Realmente pensé en ingresar a la facultad de medicina, pero afortunadamente no lo hice!! (sé que tengo la capacidad para hacerlo, pero no deseo vivir esclavizada en un hospital!), así que lo más cercano que hice fue estudiar psicología... y para ser honesta, tenía muchas ideas románticas sobre esta profesión. Sin embargo, ninguna de ellas fue realidad, al menos no para mí... y terminé siendo absorbida por un sistema que me enseñó a trabajar donde no quería, haciendo cosas que no disfrutaba, solo por un salario que me permitía tener la "vida" que se supone todos debemos tener: un "buen" trabajo, una casa, carro, y pasear de vez en cuando...

Digamos que de alguna forma lo logré, pero cada día me sentía miserable, perdida, frustrada, perdedora.... No sabía cuál era mi pasión, me sentía sin rumbo, veía que había estudiado y trabajado en tantas cosas diferentes, pero que nada se conectaba... nada tenía un norte.. Esta incomodidad crecía cada vez más... Me sorprendía llorando casi a diario.

Paralelo a esto, mi salud física y emocional iba en detrimento. Atravesé un fuerte período de bulimia, seguido por un continuo temor a engordar, lo que me llevó a hacer dietas que nunca funcionaban (!!!!!) y a meterme de cabeza en los ejercicios y en locos planes nutricionales. (Aunque reconozco que me encanta hacer ejercicio, así que eso lo veo como algo muy positivo). Intenté tener una relación más saludable con la comida, aunque no fue la óptima, pues mi sistema digestivo seguía enfermo. (Pero esto será tema para otro blog!)

Emocionalmente me involucré con los hombres inadecuados… aunque ahora entiendo que no hay casualidades sino lecciones y de todos tenía algo que aprender. Pero reconozco que la intensidad con la que “amé” y sufrí fue ¡extrema! Hasta que toqué fondo con la última relación que tuve en –la que me encanta llamar -mi vida pasada. En esa ocasión, sufrí, me rasgué las vestiduras, lloré, desconfié de todos y me enclaustré en un apartamento lejos de la “civilización”.

Hoy entiendo que esa época de hibernación ¡era necesaria! Mi vida necesitaba un alto, necesitaba iniciar mi camino hacia adentro… y así comenzó esta maravillosa “segunda vida”.

Salí de ese hoyo y comencé a verme, no en un espejo… a verme hacia el alma… y la confusión, frustración y decepción se hicieron ¡aún más grandes! Me enfrenté a una Eli que no conocía, que no me gustaba, que no entendía…

Justo entonces, me reencontré con una alma hermosa que se sentó a mi lado en los almuerzos de la universidad donde enseñábamos clases, y con él, -con ese excompañero de estudios y ahora psicólogo nato- empecé a calmar mi mente, a perdonarme, a amarme… empecé a priorizar para aclararme…

En ese mismo entonces, conocí a otra alma… yogi, loco, pero sabio en su mundo, y con él aprendí a ver la otra cara de la comida… aprendí a sanar mi cuerpo con lo que una vez había sido mi enemigo… experimenté con hábitos de alimentación cruda y súper batidos, y simplemente ¡me enamoré de este estilo de vida! Curé mi sistema digestivo con deliciosas comidas… sin más remordimientos, sin más culpas… Mi cuerpo físico, al fin había encontrado la libertad. Dejé de contar calorías y medir porciones, y comencé a disfrutar las maravillas de la Madre Tierra. Empecé a cortar cadenas y a interesarme más por aprender sobre comida cruda (¡tema que aún tengo pendiente!).

Sin embargo, poco tiempo después me encontraba tan aferrada en hacer dinero que no tenía nada!!! Hubo días que no tenía ni qué comer y mi frustración regresaba con más fuerza… Solo sabía que no quería trabajar en una aburrida oficina, ni correr “la carrera de la rata”, ni lidiar con el tráfico espantoso de las calles de San José…

Así que una mañana, llorando, enojada y desesperada, hablé seriamente con Dios… le dije que Él me había hecho y que Él debía cuidar de mí, porque yo ya no sabía qué hacer ni cómo hacerlo… le reproché su promesa de alimento y abrigo a los pájaros y a las flores, y sintiéndome superior que estos seres (¡pobre ignorante de mí!), le demandé sus cuidados…

Ese día decidí dejar Costa Rica… No sabía para qué, solo sabía que no podía quedarme ahí… me sentía ahogada… Compré el boleto para New Jersey, vendí mis cosas, me mudé dos meses a la casa de mami y me preparé para dejar mi país…

Justo unos días después de todo este torbellino, conocí a otra alma… Quiero pensar que ya la conocía, y que fue más bien un reencuentro, porque esta vez ¡fue diferente! Y aunque tenía claro que no me iba a involucrar porque mi viaje ya estaba listo… el Universo tenía otros planes… ¡nos involucramos más de lo que imaginamos! Aun así, cada uno siguió sus proyectos individuales…

Llegué a Nueva Jersey un martes 28 de octubre de 2013… directamente a trabajar  en un bar… no era mi trabajo ideal, pero al menos podría ahorrar algo de dinero para seguir mi camino… Según yo, iba a aprovechar mis días para prepararme más en Pilates, así que con gran ilusión encontré los mejores estudios en Nueva York, asistí a un par de clases y simplemente la ilusión se esfumó… no sentí ninguna conexión con esta disciplina, al menos no para dedicarme a ella… Afortunadamente, el Yoga me reencontró (ya habíamos filtreado un par de veces en Costa Rica, pero sin concretar ningún amorío serio…), y esta vez caía rendida a sus pies… Durante una clase de “Prana Flow”, entendí el término “estar presente”, por primera vez pude escuchar a mi Ser y supe que algún día iría a India a estudiar Yoga y a convertirme en profesora… lo que no sabía entonces es que ese viaje sería más pronto de lo que pensaba… y tampoco sabía que Yoga es más que complejas posturas físicas… no sabía que ese sería el camino que me enseñaría sobre un Dios lleno de amor y que me daría las herramientas para ser la mejor versión de mí que puedo ser…

4 comentarios:

  1. Wow! Me emocionaste hasta las lágrimas. Pocas personas logran encontrarse a sí mismas, sos muy privilegiada al lograrlo. Te felicito por ello, E! Abrazos!

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    1. Gracias Yer!!!!!!!!! En verdad me siento afortunada y doy gracias por ello todos los días!! Un beso enorme!

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  2. Qué valentía tuviste al enfrentar a todo un sistema cultural, a los mandatos sociales y a ese consumismo voraz que nos atrapa. Coraje por silenciar esas voces externas (ruido) que muchas veces nos impiden escuchar nuestra voz interna. Finalmente, lograr conectarte con tu esencia en el ahora.
    Roxana Castro

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    1. Así es Rox! procuro callar el ruido de afuera y así el silencio de adentro se hace evidente... Un fuerte abrazo!

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