sábado, 10 de octubre de 2015

Poco equipaje para tan largo viaje!!!

Hace muchísimo que no me sentaba a escribir por acá... ya me hacía falta!!!!! Así que voy de nuevo con mis aventuras... sin mucho sobre los hombros para hacer espacio en el corazón!!

Después de casi un año de vivir en India, de haber conocido cerca de mil personas de diferentes países y haber experimentado una de las fases más profundas en mi autoconocimiento, era tiempo de partir... La temporada en India se terminó y la época del monsoon amenazaba con lavar nuestras hermosas tardes soleadas; así que con mochila en mano y unos 25 kilos en otra maleta me enrumbé a la bella isla de Lefkada en Grecia.
Esa fue la primera parada de lo que serían cuatro intensos meses! En ese momento no tenía idea de que dormiría en más de 27 camas diferentes y que mi armario rodante pesaría solo 7 kilos!

Atenas me recibió luego de un largo y quebrantado viaje desde Goa (claro, salir de India no podía ser sencillo!!!!!)... para empezar, cerraron el aeropuerto y no me avisaron, así que perdí todos mis vuelos de conexión, lloré por horas en la sala de espera hasta que logré que me subieran al primer avión camino a Mumbai; una vez allá no pude hacer nada más que alojarme en un hotel de tercera pero con precios de primera, solo para dormir unas horas y regresar a la 1 de la madrugada para intentar comprar otro boleto hacia Estambul... Ya en Turquía tomé una conexión a Atenas; de ahí al pequeño aeropuerto de Ioanina. para luego meterme en un carro por dos horas más hasta llegar al cuarto que sería nuestra casa por los próximos 22 días... Me tomó más de 48 horas, 4 vuelos, 3 taxis y 600 euros de recargos salir de mi atolondrada India!!!!!! Qué agote!!

Ya en Atenas, salí del aeropuerto a sucumbir ante los sabores bien recordados (y añorados!) de las olivas, el vino y el buen pan!!! solo tres horas de conexión, pero suficiente para tomar el tren, ordenar tres platillos, dos copas de vino, tomar unas cuantas fotos y de regreso al tren para tomar el próximo vuelo. Esas horas llegaron caídas del cielo (aunque la que se caía del sueño era yo!!!). Llegamos a medianoche a la montaña (!!!) en medio de la isla de Lefkada!!! tengo que reconocer que me tomó por sorpresa! Según yo iba a estar hospedada frente al mar!! A ver, es una isla, no? Pues no!!!! Arriba en la montaña, con vista a plantaciones de olivos y verdes montañas!! (ok, podía lidiar con eso!! jajaja)

En fin, esas tres semanas serían de trabajo y amor!! Otro curso de yoga antes de parar por completo y compartir con mis seres amados!!! Al fin mi corazón estaba completo!! (Bueno casi... me faltaron un par de personitas por ahí para llenarlo totalmente, pero al menos tenía a parte de mi familia conmigo!)
Celebración de cumpleaños, con más olivas, vino y buen pan!!!! Esas tres semanas en una isla mágica del norte de Grecia fueron como sacados de revista: playas de aguas azules y cristalinas, blancas piedras pulidas por los golpes de las olas, atardeceres esplendorosos detrás de las montañas y mi alma rebosante de paz y amor....

Al cabo de esas tres semanas, partimos hacia Atenas para pasar una noche escuchando música tradicional y caminando por las calles del Partenón, imaginando la majestuosa estatua de 13 metros de altura de la diosa Atina, sepultada en escombros gracias a la ignorancia de los cristianos, otomanes y turcos.

De ahí, seguiría un corto vuelo hacia Estambul, ciudad mágica que recorreríamos en 4 días para asegurarnos de que mami viera lo más importante (turísticamente hablando) de esta maravillosa y contradictoria metropoli. Una vez que dejamos a mi amada viajera en el aeropuerto, emprenderíamos una odisea tan loca que no puedo más que resumirla así:

Más de 27 ciudades de 5 países diferentes recorridas en 3 meses. Avión, tren, subterráneo, carro de alquiler, taxi, bus, microbus, bote, tranvía y scooter... todo esto -alternado con nuestras piernas errantes- nos serviría para recorrer parte del este y del oeste europeo, cargando una mochila y un mat de yoga. Comida, nuevos amigos, familiares, comida, viejos amigos, fotografías, museos, comida, historia, frío, calor, lluvia, intenso sol y, por supuesto, más comida (!!) fueron nuestra constante en este viaje en el que empacamos muy poco para tan largo recorrido... y no me refiero solo al equipaje material... también se empacó poca preparación para las sorpresas que nos depararía el convivio eterno de 24/7 con otra alma... eso fue intenso!!!

Pero como lo sobreviví, esperaré volver en otra entrada con detalles de lo acontencido en cada una de estas mágicas ciudades que dejaron huella en mi memoria y miles de fotos en mi compu!






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