Así es!!! Aunque soy una completa defensora de la comida
saludable, la gastronomía de Turquía me hizo dejar de lado mis batidos verdes
(por un rato!) y sucumbí ante su encanto!
Recuerdo que antes
de llegar al país, muchas personas se preguntaban que iba a comer yo allá!!
-siendo vegetariana es difícil comer fuera de casa, y más aún en un país donde
culturalmente la carne es el ingrediente principal de sus platillos.
Sin embargo,
Turquía es sumamente rico en el cultivo de vegetales, frutas y semillas; los
lácteos están a la orden del día, y los turcos son los reyes de la repostería y
los postres... así que ¿quién necesita la carne, ante tanta maravilla?!
Empecé por las
calles de Taksim, donde encontré los mejores profiteroles que he comido en mi
vida. En este café únicamente venden profiteroles (además de café turco y té,
por supuesto!), pues no les hace falta vender nada más!! Una porción de seis
esponjados manjares rellenos de crema pastelera y cubiertos de chocolate son
suficiente para compartir... no queremos pecar de más, ¿cierto?
Luego, me enrumbé
al maravilloso pueblo de Pulumur, escondido entre las montañas de Erzincan y
Dersin, y ahí sí me di gusto!! Las vacas, ovejas y cabras pastan libres por las
montañas cubiertas de zacate fresco y rodeadas de manantiales de agua
cristalina; los animales son tratados con amor y respeto, las ordeñan a mano y
dejan más de la mitad de las hembras sin ordeñar para que alimenten a las
crías. Con esta leche pura, orgánica y feliz, las mujeres del pueblo hacen todo
tipo de queso, yogur y mi favorito: kaymak!!! Mmmm, una deliciosa crema de
leche que untada en el pan recién horneado y coronada con miel orgánica fue el
cielo gastronómico para mí!! Desayunar con esta combinación fue el inicio
perfecto de los días más parecidos a los de la vida de Heidi!!!
Lo maravillo de
estos pueblos, además de la comida, es su gente amable, sonriente y cariñosa;
todos me hacían conversación -en turco por supuesto!- y yo les contestaba en
español, y todos felices y entendidos! mientras las oraciones terminaran en
tamam (ok), todos estábamos de acuerdo! Pero rápidamente tuve que aprender a
decir: "taman, yeter!" (es suficiente!), porque la hospitalidad de
los turcos va acompañada de... comida!! A cualquier hora del día, en cualquier
casa que pasará por el frente, la invitación a tomar çay (té) era inminente! pero
el té no venía solo, no!!! Venía acompañado de galletas, panes, frutas,
semillas y cuanta cosa hubiera en la despensa de la casa! Salir a dar una
vuelta por el barrio, era cosa seria para el estómago! Además, rechazar una
invitación es considerado una grosería, así que había que decir que sí,
sentarse y comer!!!
Ser vegetariana en
el pueblo no fue problema alguno. Todas las mañanas se iba a la huerta a ver
qué había dado la madre naturaleza para la ensalada (sí, ensalada para el
desayuno, almuerzo y cena!! me encantó!); alguien pasaría a la casa a dejar el
queso y el kaymak fresco, otra vecina llevaría huevos recién recogidos, un tío
llevaría una canasta de fresas, y en la casa el pan recién asado estaba
envuelto y caliente sobre la mesa.
Al almuerzo solo
bastaba ir a la orilla del río a recoger algunas ramas y hojas para hacer un
delicioso picadillo, rellenar unos chiles verdes con trigo y semillas, y
acompañarlos de ensalada verde; o bien hacer una parrillada de hongos
silvestres y vegetales, al pie de una montaña sagrada. La cena sería sopa de
yogur con fideos (hechos y cortados a mano por las vecinas), o de lentejas y
pan fresco. Entre comidas tomaría unos 4 litros de té, comería semillas, frutas
y queques recién horneados, sentada a la sombra de algún árbol, rodeada de
amigos y familia, escuchando historias de antaño, perdiéndome entre risas,
recuerdos y en un idioma que, apesar de no conocer, de alguna forma se me hacía
fácil entender. Los días en Pulumur han sido los mejores que he tenido en
años!!! Mi corazón siempre querrá volver!! Y mi estómago estará feliz de
hacerlo!!
Ya de regreso en
Estambul, no podía faltar el tradicional té y simit a bordo de un ferry
mientras cruzábamos el Bósforo!! Tengo que reconocer que este viaje, tan común
para los locales, a mí se me hizo mágico! Subir al ferry en Europa y 10 minutos
después estar en Asia, me parecía irreal!! Además, el viaje tiene la vista de
impresionantes castillos de verano de los antiguos sultanes otomanes, una señal
más de la riqueza histórica, cultural y arquitectónica de esta maravillosa y
contradictoria ciudad...
En el lado europeo
de Estambul me deleité en Karaköy Güllüoğlu donde se consigue el mejor baklava
de la ciudad (y quizá del mundo???!!!). Wow, decenas de tipos de baklava a
escoger: de pistachos, nueces, chocolate, en rollos, tradicionales... el
paraíso de la repostería!
En el lado
asiático encontré la mejor comida rápida callejera que se haya inventado: çiğ
köfte!!! El nombre no me sonó muy apetitoso, pues significa "albóndiga
cruda", ya que el platillo se originó justamente de mezclar carne molida
cruda con más de 18 especies, amasándola vigorosamente con la mano hasta que
tomara una textura de "cocinada"; por dicha, el gobierno prohibió
este platillo y ahora se hace con bulgur (trigo). Esta mezcla se vende
acompañada de lavash -un tipo de pan, parecido a la tortilla de harina-, lechuga,
hojas de albahaca, y limón. Todo te lo empacan en una bandeja y lo envuelven en
plástico adherible, medio kilo cuesta unas 10 liras turcas (unos $3,5), y uno
se encarga de hacer "gallitos" o "burritos" y la más
gloriosa combinación de sabores y especias hacen fiesta en el paladar...
Podría seguir
hablando de las delicias de la comida que conocí en Turquía como el manti:
pasta con salsa de yogur y tomate, o las berenjenas rellenas, pero creo que mi
punto quedó claro... La comida turca y yo tuvimos un romance que durará por
siempre!
Turquía no solamente es un país lleno de riqueza cultural,
teniendo a Estambul como una ciudad intercontinental que ha sido la capital de
dos de los más grandes imperios de la historia de la humanidad: el imperio
Romano y el imperio Otomán. Sino que además es un país lleno de pasión (para
bien y para mal), lleno de variedad religiosa y política (aunque este tema se está volviendo delicado), pero sobre todo, lleno de
personas orgullosas de sus raíces -ya sean turcas o kurdas- que abrazaron mi
alma tica, me escucharon hablar en un idioma completamente desconocido para
ellos y me alimentaron, no solo con su maravillosa comida, pero con su calidez
y hospitalidad!
Turquía será un
país al que mis pasos buscarán cada vez que puedan, para volver a caminar entre
ovejas, tomar agua que sale de la tierra, escuchar el no tan ameno llamado a la
oración (5 veces al día!), comer fresas de los sembradíos, tomar el té con
hermosas mujeres que amasan pan mientras se secan el sudor con el pañuelo que
llevan en la cabeza...
Volveré cada vez
que pueda... para olvidarme por unos días de los batidos verdes, regocijarme
con el çiğ köfte, el baklava y el té, aprender unas cuantas palabras más,
mientras mi alma se maravilla al navegar en medio de dos continentes y mi mente
se transporta siglos en la historia!!!
Teşekkürler Turquía! Görüşürüz!!!
Teşekkürler Turquía! Görüşürüz!!!
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