viernes, 13 de marzo de 2015

Holi: ¡primavera, colores y amor!

Paralelo al resumen que he venido haciendo en este blog sobre mis vivencias y aprendizajes, quiero empezar a escribir más sobre el día a día de mis viajes... así que me adelantaré unos meses desde mi última entrada ("Pasión en el verdor") para contarles sobre la hermosa festividad que acabamos de vivir en India: Holi.

Esta es una palabra en sánscrito (la lengua antigua de India) que describe la celebración conocida como "Festival de Primavera", "Festival de los Colores", o "Festival del Amor". Tradicionalmente, Holi es una antigua celebración religiosa hindú observada mayoritariamente en el norte de India y Nepal, pero en los últimos tiempos, personas de otras religiones y de otras regiones de India comenzaron a participar de la festividad. Más recientemente, también se ha popularizado en países del Sur de Asia, Europa y América.

Según el calendario hindú, la fecha puede variar pero casi siempre ocurre en marzo, coincidiendo con la luna llena y el equinoccio de primavera. Así que este año tuve la fortuna de estar justamente en India y celebrar, no solo con las personas locales sino también con los estudiantes y compañeros en la escuela de yoga.



Empezamos las festividades como lo indica la tradición: con una fogata (Holika) la noche anterior a Holi, música, baile, té chai y dulces propios de India. Se supone que la fiesta de colores se realiza a la mañana siguiente, pero nosotros no nos aguantamos y empezamos a pintarnos los unos a los otros. La "pelea" de colores comenzó discretamente hasta que la adrenalina nos llevó a bañarnos en polvos de colores; todos nos perseguíamos alrededor de la fogata, los chicos del staff mezclaron los colores con agua y la melcocha se hizo espesa. Al cabo de una hora más o menos, la algarabía inundó uno de los salones con música tradicional india y todos bailamos y saltamos como niños, completamente cubiertos de colores.



Para ser honesta, me encantó ser parte de una tradición hindú y vivir el propósito de Holi: celebrar la victoria del bien sobre el mal, la llegada de la primavera y el final del invierno; pero sobre todo, ser una festividad para compartir con otros, jugar, reír, olvidar, perdonar y reparar relaciones quizá lastimadas. ¿A quién le importa de qué religión sea, si los valores son tan humanos y universales? ¡Al menos a mí no!!!!!!


No hay comentarios:

Publicar un comentario